Desde 1.995 el “Moll del Rellotge”, en el Puerto de Barcelona, es el escenario del primer encuentro de pesca de la Sociedad de Pescadores Deportivos de Mar de Barcelona. Tradicionalmente, desde la creación de la sociedad en 1.932, la temporada empezaba con el “concurso del burret”, ya que la única especie que puntuaba para este era el gobio, conocido por todos los pescadores por su nombre en catalán “burret” (gobius niger), especie antaño muy abundante a las profundas y tranquilas aguas del puerto, pero desde hace unos años ha ido menguando considerablemente su presencia y aquellas jornadas con más de 150 “burrets” por pescador ya forman parte de los recuerdos de los pescadores más veteranos.

El “burret”, aún siendo un pez de pequeñas dimensiones (difícilmente supera los 12 cm), siempre había sido el tradicional “pez de invierno” entre los pescadores de Barcelona, que se les ingeniaban con los más variopintos artilugios artesanales para capturarlos con caña (los “trapecios” o “balancines” construidos en latón sólo para la pesca del “burret” ya solo los podemos encontrar en colecciones de aparejos o en el fondo de las cestas de los pescadores más veteranos.

Con la considerable mengua de captura de la especie, pero con creciente aumento de otras especies, como el raspallón (diplodus annularis), especie notablemente mayor que el “burret” y muy combativa por su tamaño (pueden alcanzar los 400 gramos en nuestro puerto, pero su tamaño habitual suele estar entre los 100 y los 250 gramos), los pescadores han ido derivando sus gustos hacia la pesca de este espárido, pariente de la dorada i el sargo, de manera que en estos últimos años, el conocido como “concurso del burret” ya casi podría decirse “concurso del esparrall” (en Barcelona rara vez se usa el nombre castellano de este pez, siendo conocido por todos por su nombre en catalán), pues esta es la especie dominante de la jornada.
Y así ha sido en el encuentro de hoy. Los pescadores han cambiado el cesto o el pequeño macuto, las “tallarinas” y trocitos de langostino, la caña corta y los “trapecios” de la pesca del “burret” por el cajón de madera, la larga caña de fondal i el gusano para tentar a los raspallones y, con un poco de suerte alguna doradita o pagel de los que acostumbran a visitar la zona.
El día no ha amanecido muy alegre, soplaba levante y la lluvia estaba bien presente de forma continua e insistente, pero una jornada de pesca es una jornada de pesca, así que ha tocado echar mano a los impermeables, abrigarse bien y… ¡a pescar!
La comodidad de poder pescar dentro del puerto, protegidos del viento (el levante era fuerte hoy en el frente marítimo de la ciudad) y con el coche al lado, donde mantener bien secas aquellas cosas no imprescindibles para la pesca (el bocadillo debe estar siempre bien seco, ¡Así como la ropa de recambio de los días de lluvia!) ha permitido que, pese al mal tiempo, hayamos podido disfrutar de una divertida jornada de pesca, pues los raspallones estaban muy activos y nos han mantenido bien ocupados durante toda la mañana.
Desde el primer momento han empezado las picadas, estrenando la pesca a la primera calad de caña y todos los asistentes han conseguido un considerable número de capturas, des el más joven (6 años) al más veterano (85 años). Al ser tan numerosas las capturas, los ejemplares de menor talla han sido devueltos al mar, quien sabe si para reencontrarnos más adelante, y algunos se han animado a probar suerte con la pesca de otras especies, con diferente suerte, pero un bonito pagel (pagellus erythrinus) i una oblada (oblada melanura) de considerable tamaño que han acabado dentro del salabre, como algún mújol (mugil cephalus) o jurel (trachurus trachurus).

La lluvia nos ha acompañado hasta pasado el mediodía y la hora más “seca” ha sido la última. Aunque algunos se las han apañado para no mojarse durante toda la mañana, otros has finalizado antes la pesca debido al aguacero que nos ha traído el levante, pero todos hemos acabado satisfechos con las capturas conseguidas.

Como siempre, al acabar la pesca, hemos recogido y limpiado los residuos que hemos generado, para que mañana, cuando lleguen los pescadores profesionales a su muelle, lo encuentren tan limpio como lo hemos encontrado nosotros, ya que esto es responsabilidad de todos y nos ayudará a mantener limpias las aguas del puerto, ya sea para que haya más peces como para no enredar nuestros sedales y anzuelos cuando pesquemos.

Dentro de unas semanas volveremos al “Moll del Rellotge” para otra nueva jornada de pesca, esperamos que el tiempo sea más propicio y que los peces sigan tan activos como lo han estado hoy y, quien sabe si para entonces nos visitarán especies más grandes y combativas.

Saludos y ¡Buena pesca!