Después de haber probado ya hace un mes el escenario en horario matinal y de las experiencias allí los últimos años, siempre por la mañana había llegado la hora de probar suerte en horario de tarde, novedad para todos.

Comer temprano y a la una y algo hacia el puerto, donde por razones de intendencia (especialmente por los horarios) se cambió el punto de concentración de forma que evitamos entorpecer el posible tráfico y se estuvo más ancho para poder repartir los tickets e indicar a cada uno donde le tocaba pescar.

A las 14h y bajo un sol de justicia, todos los coches en fila hacia el punto de aduana y de allí directos al final del Muelle Adosado (justo pasado el nuevo cuartel de la Guardia Civil), donde la Policía Portuaria nos abrió el recinto y una vez dentro y marcados todos los lugares de pesca, volvieron a cerrar el recinto hasta la hora de plegar donde, como siempre, después de llamarlos nos vienen a abrir para poder salir. No hay que olvidar que el Puerto de Barcelona es actualmente una estructura de seguridad y es necesario mantener los accesos debidamente controlados.

Una semana marcada por tiempo estival en Barcelona, sol y bonanza de lunes a jueves, un poco de movimiento el viernes, pero nada destacable, quizás lo único fue que las temperaturas habían sido más bajas que la semana anterior.
¿Las previsiones para el sábado?
Pues lluvias intensas por la tarde que irían bajando por la costa de norte a sur y considerable bajada de temperaturas. Y después de una pequeña tormenta por la mañana a primeras horas el sol se impone y luce alto y tranquilo prácticamente sin nubes.

Como siempre, la modalidad de pesca en los “aplecs”/quedadas es libre, por lo que algunos optan por probar con boya, a ver si las lisas dan la cara preparando su brumeo y su pan para tentarlas. Otros prefieren probar las doradas y preparan mejillones y cangrejos en espera de que estos grandes espáridos nos visiten y lo hagan con hambre. También existe la opción de probar suerte con los meros, congrios y morenas de la zona con sardina y anzuelos contundentes y preparados para aguantar las enrocadas de éstos. La opción del surfcasting con gusanos variados es una más de las opciones, quizás menos selectiva, pero como se demostró ayer, en esta ocasión quizás fue la más efectiva.

Poco después de las 15h ya estábamos todos con los sedales en remojo en espera de la soñada picada, mientras el sol y calor apretaban. Una brisa proveniente de garbí, aunque relativamente suave, no favorecía la comodidad a la hora de pescar, pero ayudaba a no sudar mucho por el sol.
Y las primeras picadas no se hacen esperar mucho, sargos, mojarras y alguna breca van saliendo, aunque no en gran cantidad, el tamaño de algunos es bastante respetable y nos vamos animando.

Excelentes vistas de la zona portuaria ante nosotros, con la montaña de Montjuïc justo a nuestra derecha, comienzan a variar a partir de poco más de las cuatro de la tarde, pues unas considerables nubes se veían ya sobre la ciudad de Barcelona, aunque todavía se veían a cierta distancia y el viento de garbí que soplaba hacía pensar que tal vez (esto era más ilusión y ganas nuestras que otra cosa) evitarían que se acercaran y nos estropearan la tarde.

Nuestro Pitoniso, Paco Bernardo, desde la hora de llegar iba diciendo «a las cinco y media va a llover, ya vereis, ya …», pero ni caso …
Ya eran las 17 y las picadas habían disminuido (aunque ya hacía casi media hora que un festival de gaviotas estaba trabajando justo en la bocana, zambulléndose continuamente en un agua que parecía que hirviera de la actividad). Poco después, el viento se detiene por completo y el agua se queda como una balsa, justo cuando tenemos bien cerca unas nubes muy negras. Alguna llamada telefónica nos informa que en Barcelona está ya diluviando por barrios, mientras algunos aparcan ya el coche en posición para mojarse lo mínimo cuando llegara la esperada (pero ni mucho menos deseada) lluvia. Algunos ya se van poniendo los impermeables ante lo que se aproxima.

Aunque todavía no llovía y la tormenta no estaba encima, algunas cañas ya habían dado muestras de lo que se acercaba con pequeñas descargas eléctricas.

De repente, comienza a soplar el viento con fuerza, pero esta vez todo lo contrario de antes, ahora era el levante lo que hacía mover las cañas como si fueran un limpiaparabrisas, y cada vez con más fuerza… algunos decidimos retirar las cañas y esperar a que se detenga, otros deciden no hacerlo … y empieza a llover …

Espectacular tormenta justo sobre nuestras cabezas, lluvia a raudales, rayos y unas imponentes ráfagas de viento que desde dentro de los coches donde estábamos todos cobijados (ya que fuera era imposible estar por la lluvia y el viento) contemplábamos sin mojarnos. Las ráfagas de viento eran tan contundentes que más de una caña llegó a caer, incluso arrancando las picas del suelo y vertiendo trípodes que parecía imposible que se pudieran verter. Hubo que lamentar alguna pequeña rotura en algunas cañas.

Poco más de media hora de festival tormentoso y el cielo comienza a abrirse y… ¡Vaya si se abrió! Vuelve a salir el sol, para el viento y se queda una tarde ideal para pescar (eso si, un poco más fresca que a primera hora).
Todos nuevamente al trabajo, sedales al agua y ver si se activa la cosa, que hay ganas de pescar.
Las que no se habían detenido ni con la lluvia eran las gaviotas que seguían con su festival pescador en la bocana, continuando su frenesí y durante más de 3 horas estuvieron dando guerra a los peces de manera espectacular, sin apenas moverse de sitio, una pajarera de las que se recuerdan.

Algunos besugos, brecas, serranos y sargos se unieron a la fiesta, incluso alguna lisa, palometa y jurel, pero faltó alguna dorada, que fueron las ausentes del día. Una morena estuvo a punto de sumarse a las capturas del día, pero se liberó yendo camino al salabre, a medias aguas.

Como habíamos empezado un poco más tarde de lo previsto, habíamos estado parados el rato de la tormenta y se había quedado una tarde magnífica para pescar, alargamos un poco la pesca, con la esperanza de poder pillar «la pieza» del día, pero aunque salieron unas cuantas capturas más, durante los minutos de descuento sólo terminó remojando el salabre el compañero Juan Gil.

Si hubiera sido posible, todos los que estábamos nos habríamos quedado unas horas más pescando, era lo que todos comentamos, pero la autorización que teníamos era la que era y teníamos que marchar.
Aunque la climatología no fue la que todos deseábamos y que faltaron las capturas más grandes, fue un buen día de pesca y ya estamos haciendo cábalas para el próximo “aplec”.

Ahora tenemos casi un mes hasta la próxima actividad, que será el 63º concurso de la Nuestra Señora del Carmen en el Muelle del Reloj del Puerto de Barcelona.

Y no queremos dejar de agradecer a la Autoridad Portuaria y el cuerpo de Policía Portuaria por la nueva oportunidad de poder pescar en un escenario como este.

Hasta la próxima, ¡saludos y buena pesca!